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A comienzos de julio de 2025 los telescopios descubrieron un objeto con órbita hiperbólica que ha reabierto la fascinación pública por los visitantes interestelares: 3I/ATLAS. Desde entonces, una campaña internacional de observación ha reunido imágenes y espectros de alta calidad. Las últimas semanas han sido especialmente ricas en datos: el James Webb detectó señales claras de dióxido de carbono en la coma, y el Hubble —junto con telescopios en Chile y los observatorios Gemini— ha capturado el crecimiento visible de la cola. Estas señales nos dicen que el objeto está “encendiéndose” por el calor solar: se sublima material volátil que arrastra polvo y forma la coma y la cola.
En cuanto a tamaño, el núcleo aún tiene incertidumbre: los cálculos con distintos supuestos varían desde unos cientos de metros hasta varios kilómetros. Mejorar esa cifra requiere seguir midiendo cómo cambia el brillo en función de la distancia y cuánta parte del brillo se debe al polvo.
Sobre rumores.
En redes hay versiones que hablan de un “objeto que se vuelve verde” o incluso que es una “nave”. Esto ha encontrado eco en algunos artículos de opinión. Sin embargo, las explicaciones físicas naturales (emisiones moleculares, polvos finos, diferencia en sensibilidad de filtros e instrumentación) explican bien los cambios visuales y espectrales observados hasta ahora. La hipótesis de tecnología extraterrestre no está apoyada por la comunidad científica con los datos disponibles.
Qué sigue.
3I/ATLAS pasará relativamente cerca de Marte en octubre y alcanzará perihelio a finales de octubre; la observación desde Tierra será limitada mientras se acerque al Sol, pero reanudará en diciembre. Las próximas semanas son clave para medir la evolución de su coma y determinar mejor su historia térmica y composición. Las misiones espaciales con cámaras apuntando a Marte podrían capturar paso cercano desde otra perspectiva.
Conclusión.
La evidencia reciente fortalece la interpretación de 3I/ATLAS como un cometa interestelar con una química inusual (alto CO₂) y actividad creciente al acercarse al Sol. Es uno de los mejores objetos de este tipo para estudiar (tras ’Oumuamua y Borisov) y nos permitirá aprender sobre cómo son los cuerpos que se forman en otros sistemas estelares.
Como nota final y punto de vista personal, ¿cometa o nave?, soy de la idea de que, sea lo que sea, para tener realmente la certidumbre de lo que realmente es, tendremos que esperar. Si es un cometa y pasa sin mayor contratiempo, ¡qué bueno!, pero si nos ponemos del otro lado y realmente fuera una nave con intenciones desconocidas, ¿tenemos como especie la suficiente inteligencia para interactuar con lo que sea que viene?, ¿Tú que opinas?
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